En breves e irreverentes anécdotas, México bizarro retrata un país tan surrealista que lo mismo tiene sabor a chiste que a pesadilla.

De la sonrisa al asombro, Alejandro Rosas y Julio Patán ofrecen este compendio de relatos sobre episodios de la historia de México que escarban en varios aspectos de nuestro querido país.

Y la verdad es que esta nación es tan compleja y variada que podría calificarse con la ambigua definición de “realista surrealista”.

¿Quieres saber qué tienen en común la pierna amputada de un dictador, la rodilla fracturada de una actriz y un expresidente en huelga de hambre?

México es un país multicolor con grandes y bellos contrastes que fascinan al mundo. En él podemos encontrar asombrosos volcanes nevados y playas de agua cristalina; imponentes desiertos sagrados y bellos jardines en medio de la selva; ciudades y pueblos únicos como San Miguel de Allende, San Cristóbal de las Casas o el mítico Tepoztlán…

Sin embargo, pese a estas maravillas de coloridos escenarios naturales e infinita diversidad cultural, es su gente la que le otorga al país un toque distintivo. Esto se debe a que, además de la calidez, amabilidad y camaradería que desbordan los mexicanos, se suma otra característica muy particular: la capacidad para reírse de lo malo, ese humor negro en el que la burla pega primero a quien la dice que a quien la oye.

Es gracias a todo esto que en el mes patrio queremos recomendar una lectura como pocas: México bizarro, una obra que, en palabras de uno de los autores, es definida gracias “al tono irónico, al sarcasmo. La idea es que haga reír, pero también te deje un elemento de reflexión porque, al final, sobre todo las cosas bizarras de la política, nos han marcado como país” .

Élmer Mendoza, escritor mexicano, comenta sobre este libro: “contiene 90 textos que nos pueden llevar de la sonrisa al asombro, del recuerdo al dato sensible y del realismo al surrealismo. Por supuesto que rebosan de corrosivo humor negro, sin embargo, consiguen generarnos, además del sano ejercicio de reírnos de nosotros mismos, una inevitable dosis de rabia” , pues ya se sabe que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, y justo la finalidad de este anecdotario mexicano es la de divertir al lector mientras genera conciencia social a partir de la historia.

Es un hecho que Julio Patán y Alejandro Rosas desarrollaron textos que deben considerarse como un tablero de advertencia sobre algo que a los mexicanos nos conviene erradicar de nuestro futuro sin borrar del pasado para poder progresar como sociedad.

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