Juchitán es el hogar de esta comunidad, una pequeña ciudad de la cultura zapoteca, ubicada en la región del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca.

Podríamos describir a este grupo con la conocida frase: “Hay hombres y mujeres, y hay algo en medio, los muxes". Pero, ¿quiénes son? Los Muxes o el tercer género, clasificación que han adoptado, fungen un papel relevante en la historia del Istmo.

Para comprender el concepto, hay que partir que, en el idioma zapoteco, no hay géneros gramaticales. Así, los muxes nunca se han preguntado si son más hombres o mujeres. Por eso, para ellos, pertenecer a cualquier género no tiene relación con la orientación sexual.

Se trata de un género cultural, una función social y una identidad, pero no una característica del deseo sexual de alguien.

Para muchos locatarios, y por supuesto algunos muxes, es muy difícil describir quién es un muxe, pero concuerdan al decir que, básicamente, es cualquier persona que nació hombre, pero que no actúa de manera masculina.

Un estudio reciente podría confirmar lo anterior al vincular el término muxe con mujer en español, el cual fue adoptado por las sociedades zapotecas en el siglo XVI.

De acuerdo con este concepto, un muxe sale de la “heteronormatividad”. Sin embargo, si un muxe aspira, simula o se identifica como una, entonces no es un género distinto, dirían algunos.

Digamos que en la “muxeidad”, hay muchas capas y no todos se identifican de la misma forma.

Quizá podríamos entender mejor el concepto con su mítico origen. La historia cuenta que Vicente Ferrer, santo patrón de Juchitán, al llegar al pueblo, dejó caer tres bosas. Una con semillas femeninas, otra con semillas masculinas y la última con mezcal de ambas. Por eso también se dice que son exclusivamente de ahí.

Cualquiera que sea su origen, su importancia es vital. Por ejemplo, el muxe acompaña a las mujeres de los hombres que se van a pescar por largas temporadas, cuidan las casa y las familias, entre otras tantas tareas.

De hecho, tienen su propia hermandad y festividad: “La celebración de la Vela Muxe”, que desde hace 45 años fue bautizada con el nombre de “Autenticas Intrépidas buscadoras del peligro”.

Ser muxe es ser parte de una identidad donde la sexualidad no es sólo biológica, está regulada y construida por la sociedad, la cultura, los valores, la ética y la religión.

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