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George Méliès

Méliès, el mago que llegó a la luna a través del cine

En la historia son tres personajes, George Méliès, Julio Verne y Neil Armstrong, quienes proyectaron un sueño: llegar a la luna. El primero, a través del cinematógrafo, el segundo por medio de las letras, y el tercero, en 1969, cuando fue la primera persona en pisar la luna.

Sobre el espacio y los astros, se sabe que durante el siglo XVI se dio "la revolución astronómica" con Galileo, Copérnico y Kepler, y se inventó el telescopio, que permitió observar la luna y las estrellas sin siquiera moverse del suelo.

Así, en 1870 el escritor y pensador Julio Verne publicó De la tierra a la luna y Alrededor de la luna, novelas de carácter "profético". Años más tarde, un invento tecnológico estrechó las barreras de “viajar al espacio”, cuando un 28 de diciembre de 1898, los hermanos Lumière dieron a conocer su más reciente invento, el Cinematógrafo, en el Gran Café de la ciudad de París. Entre la concurrencia se encontraba un joven y exitoso mago de nombre George Méliès, que al igual que los demás, esperaba con impaciencia.

Georges Méliès, innovador e ilusionista, comenzó su carrera en 1886 en prestidigitación con espectáculos teatrales. Gracias a su habilidad para manipular la realidad y su gusto por las máquinas, pronto pidió a los hermanos venderle el artefacto. Ante la negativa, el mago creó el suyo, el Kinetógrafo, que le abrió la puerta para sentar las bases del cine y crear un nuevo medio de expresión que mezclaba arte y tecnología.

Méliès decidió que el cine era la vía perfecta para narrar historias. Después de 25 películas mudas, en 1902 decidió cumplir el sueño por el que pasaría a la historia como icono del cine: evocó a Julio Verne para contar Viaje a la luna, la primera súper producción en pantalla grande.

El genio cineasta se enfocó en narrar un relato de fantasía donde el factor sorpresa fuera lo más importante. Así llenaba sus sets de escenografía estrafalaria, mujeres hermosas y pirotecnia.

El filme se destaca porque en él, el autor innovó en efectos especiales más que en cualquier producción, en su mayoría por accidente, pero eran visualmente tan sorprendentes, que para su tiempo parecía magia. Si bien para Méliès el viaje a la luna representaba una fantasía salida de un sueño, así lo dejó claro. Casi setenta años después, lo que era impensable sucedió cuando la misión Apolo XI emprendió su viaje fuera de órbita para llegar a la luna. El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y dos compañeros alunizaron.

En tanto, el acontecimiento cambió por completo el curso de la historia, es muy difícil olvidar la escena que inmortalizó a Méliès y lo convirtió en un símbolo del cine; la escena donde la nave gigante se estrella en el ojo de una luna que parece un enorme queso.

Esta es una historia de sueños cumplidos, de fantasías llevadas a cabo, es la magia de contar una historia asombrosa en todas las maravillosas formas posibles, que sólo el ser humano es capaz de hacer.

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