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Un asunto de identidad social

¿Por qué nos tomamos selfies? ¿Cuál es la motivación detrás de la auto representación? ¿Cómo llegamos del autorretrato al selfie y qué dice de nosotros en la era digital?

Este tema es espinoso e incómodo porque tiene que ver con la identidad y el escrutinio social, el eterno estrés entre lo que somos y lo que representamos.

Pasemos por la teoría del adolescente. La curadora de arte Alicia Eler sostiene que el autorretrato es producido por alguien “que está en proceso de convertirse en”, como un adolescente, sería una biografía incidentalmente superflua. Es la teoría de la selfie como un espejo público, nos reflejamos en otros para definirnos.

Se afirma también que hay tantas versiones del "yo" como individuos que lo reconocen y se hacen una imagen de él. Normalmente le enseñamos versiones diferentes de nuestro ser a diferentes grupos de personas, como un niño que es muy correcto frente a sus mayores pero comparte el léxico del bucanero con sus compañeros de juego.

En la era digital, cada página, aplicación o videojuego nos pide una identidad, una gráfica, algunas nos piden que nos definamos por nuestros gustos, biografías, amistades, discursos o preferencias, pero la era digital abre un abanico de posibilidades que en realidad antes no estaban ahí. No es sólo otro contexto social con el que lidiar, como puede ser la fila del banco, es una oportunidad para redefinir la identidad.

El internet es un terreno fértil para la auto representación, la experimentación y la construcción de identidad. Es cómo hablamos de nosotros mismos, frente a una interacción social comunitaria necesariamente mediada por la tecnología, el usuario tiene la oportunidad de adoptar una identidad y rol online diferente al de su vida cotidiana. Puede decidir qué partes de su vida expone y cuáles no, con un criterio de lo socialmente deseable para el espectador.

Entonces, la apariencia física se vuelve el elemento central de su sustituto virtual, la selfie. La digitalización potencia la función de la foto ya bien establecida como constructor de la identidad y representación del yo, es la representación cotidiana de lo cotidiano, un “contenido producido por el usuario”.

En esta interacción mediada por pantallas, la mirada del otro es la calificación de esta representación online. Todo está influenciado por la reacción de la audiencia, la imagen que el usuario quiere representar de él mismo se adapta a las preferencias e inclinaciones de los demás, esto es “él otro generalizado”.

¿Por qué tomamos selfies? La tecnología está por fin disponible y pues la usamos, pero también hay algo particular que intensifica la experiencia del autorretrato más clásico, de pose, profesional y premeditado. La selfie en su torpeza de ejecución transmite autenticidad, comunica una experiencia y mejor aún, a una persona sintiendo esa experiencia inmediata.

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