Aquí no hay reglas

Aquí no hay reglas

Antes de empezar con esta lectura nos gustaría recordarte las palabras de Ricardo B. Salinas Pliego, quien asegura que no puede haber innovación si primero no hay libertad. Con esto en mente, ahora vayamos a otro pensamiento igual de importante: aunque no es una regla escrita en bronce, en muchas ocasiones el éxito es consecuencia de tropezar en el camino en más de una ocasión ya que ―retomando otra vez a Ricardo B. Salinas Pliego―: “El único que no fracasa es el que no intenta nada… Todo hombre de acción va a tener fracasos, y entre más intente, más fracasos puede experimentar antes de lograr lo que se propone”.

Mencionamos este par de puntos porque ejemplifican muy bien el caso de una de las empresas más rentables en los últimos años: Netflix. Y es que no se puede negar que con suscripción o sin ella, hoy en día todo el mundo ha visto una película en dicha plataforma, y si bien su impacto cultural ha sido muy profundo en la sociedad, también ha influido fuertemente en el mundo de los negocios a tal punto que empresas como Disney ―emporio que cumple 100 años de operaciones en 2023― han optado por seguir los pasos y el ejemplo de esta joven compañía fundada hace poco más de 20 años.

En Aquí no hay reglas, es Reed Hastings, el propio CEO de Netflix, quien resume su triunfo a partir de su más grande descalabro ―uno de los temas que mencionábamos al inicio―, pues antes de idear el servicio de streaming pionero, tuvo una compañía llamada Pure Software hacia 1991. Para no hacer larga la historia, seis años después, a pesar de tener grandes ganancias y un crecimiento exponencial, la empresa estaba en bancarrota. Hastings explica que hubo dos razones que contribuyeron a ello:

“La primera fue que no innovamos con rapidez. Éramos cada vez más eficientes pero menos creativos… La segunda fue que para sobrevivir teníamos que cambiar. Pero habíamos seleccionado y condicionado a nuestros empleados para que siguieran procesos y no para que pensaran de forma innovadora o cambiaran con rapidez. Fuimos incapaces de adaptarnos y acabamos vendiendo la empresa a nuestro máximo competidor”.

Lo anterior quiere decir que la innovación se complementa a partes iguales de eficacia y creatividad, pero no basta, ya que un poco más adelante el empresario describe el otro elemento necesario, tal vez el pilar fundamental de toda innovación y que mencionamos primero que nada: libertad de acción para sus colaboradores. Sobre este punto Hastings asegura que: “Si se otorga más libertad a los empleados en lugar de desarrollar procesos que les impidan aplicar su criterio, tomarán mejores decisiones y será más fácil que asuman responsabilidades”.

¿Pero cómo es posible alcanzar esto? Fácil: acumulando talento humano, fomentando la sinceridad entre los colaboradores y reduciendo los controles administrativos de las organizaciones. Es así que esta cultura permite un ciclo virtuoso que se compone de libertad y responsabilidad, mismas que “propician un grado de rapidez e innovación que la mayoría de las empresas no pueden igualar”, tal como refiere el propio empresario.

Sabiendo todo esto vale la pena que te preguntes: ¿estás dispuesto a intentarlo aunque puedas fracasar una y otra vez antes de alcanzar el éxito? Solo tú tienes la respuesta.

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