Universo Socio
Historia y personajes
El Muro de berlín
Escapes épicos en tiempos de guerra
Una noche, sin alguna señal o indicio, se comenzó a construir un muro cuyo objetivo era dividir Alemania. Desde ese momento, miles fueron privados de su libertad y buscaban cualquier forma de recuperarla y cruzar la muralla: volar en globo, colgarse de cables, conducir trenes y hasta cavar túneles fueron algunas de las tácticas.
Hans Conrad Schumann
Es pertinente considerar que la construcción del muro fue un proceso en el que las partes involucradas debían asegurar que, una vez iniciados los trabajos, nadie cruzara. La barrera, si bien, no se encontraba ni cerca de ser terminada, ya existía.
En este contexto, el joven Conrad de 19 años, soldado voluntario del Ejército Popular Nacional, fue enviado a custodiarla. Nadie imaginaba que se convertiría en un ícono por ser el primero en hacer lo que se suponía debía evitar.
Así, el 15 de agosto de 1961 durante su turno, el soldado decidió dar la espalda a Berlín oriental, tomar un poco de velocidad y vuelo, y saltar el muro de alambre que lo llevaría a la parte occidental de su país, donde un auto de la policía de rescate esperaba su arribo.
Casualmente (y lo decimos con mucha suspicacia) un fotógrafo se encontraba precisamente en el lugar y capturó la escena que a la postre fue la imagen principal de la propaganda de la Alemania capitalista.
Harry Deterling
Durante los primeros meses de construcción, este socialista, padre de tres hijos y maquinista de la Berlín oriental, supo que aún quedaba abierta una última frontera, situada en la estación Staaken.
Eligió a 24 integrantes de su familia y personas cercanas y partió el 5 de diciembre con la esperanza renovada.
Su plan fue el siguiente: conducir el tren hasta las estaciones más cercanas a Staaken. Justo ahí, en lugar de reducir la velocidad, la incrementaría.
Una vez que estrelló la poderosa máquina, cruzó la alambrada, pisó cemento y ladrillo y llegó a Spandau. Así, él y su familia y los demás pasajeros del tren fueron libres para empezar de nuevo.
Horst Klein
El consolidado acróbata de trabajaba en circos como trapecista, hasta que le fue prohibido seguir haciéndolo. Declarado abiertamente en contra del régimen, decidió, a como diera lugar, escapar.
Sin muchas opciones, se le presentó una oportunidad cuando descubrió un antiguo cable de alta tensión en desuso que conectaba a ambas Alemanias.
Para su suerte, tener habilidades acrobáticas fue su salvación, pues sólo alguien que puede mantener el equilibrio en una cuerda floja pensaría en arriesgar su vida intentando caminar sobre esa soga citadina.
Una mañana, Klein escaló 18 metros del poste de electricidad que sostenía el cable y comenzó a avanzar sobre la cabeza de los guardias que custodiaban la frontera. Cuando estuvo del otro lado, resbaló y cayó.
Por azares del destino, el siniestro sólo le cobró la fractura de ambos brazos y unos minutos de inconsciencia. Cuando la policía lo encontró, despertó en un hospital vivo, pero sobre todo libre.
La vida nos enfrenta a retos que a veces creemos imposibles de lograr. El coraje y el amor propio suele mostrarse en los momentos de mayor desesperación, de menos esperanza; es ahí cuando la nuestro verdadero ser se hace presente.
Estas historias son ejemplo de que todo es posible, basta con buscar siempre el camino hacia la libertad.
¿Cuál ha sido la prueba más difícil a la que te has enfrentado?
¿Conoces alguna otra historia de escapes épicos?
Cuéntanos
Expande tus horizontes con la nueva Biblioteca Socio.
Entra aquí#UniversoSocio