Universo Socio
Pintura y escultura
Virgen de Guadalupe
Conoce los milagros de nuestra Virgen Morena

Los milagros y maravillas de la Virgen de Guadalupe han quedado registrados en fuentes históricas escritas, pero ¿qué hay de los exvotos? Aquellas pinturas de más de diez siglos de antigüedad, especie de testimonio de intervenciones divinas en la Tierra, que agradecen algún milagro.
Estos son, sin duda, la evidencia más pintoresca y conmovedora dirigida a santos y vírgenes de la historia.
En América, con la conquista, el exvoto se convirtió en una herramienta para evangelizar y sustentar la fe. Así, en el siglo XVI, comenzó a permear el culto a la Virgen de Guadalupe, a partir de su primera aparición en el monte Tepeyac, en 1531. Desde entonces, los exvotos no han cesado.
Se han registrado casos de madres animales que encuentran a cachorros de otra especie, y para maravillarnos, las cuidan como si fueran suyos.
Por eso queremos compartir contigo una selección de las mejores madres del reino animal:
Aunque esos prodigios son básicamente testimonios, pocas veces nos fijamos en su contenido. Tan solo el Museo de la Basílica de Guadalupe alberga 1,094 de estos cuadros con la imagen de su milagro. ¿Te gustaría conocer algunos de ellos?

Milagro de la flecha
El primer milagro y exvoto registrado. Sucedió en 1531, cuando se trasladó la imagen de la virgen a su santuario, recién erigido en el Tepeyac. Con motivo de tan solemne celebración, la calzada rebosaba de fieles indígenas y españoles, quienes caminaron en procesión por ambos lados de la laguna, a fin de escoltarla hasta su hogar.
Entre vítores y lágrimas de emoción, un arquero, para demostrar su habilidad, disparó una flecha al aire cuyo destino fue la garganta de un hombre, quien cayó al suelo muerto. Sin saber qué hacer, la comitiva trasladó al herido ante la imagen de la virgen y en su presencia, sacaron la flecha. La sorpresa fue que el fiel no solo resucitó, sino que de inmediato, sus heridas desaparecieron.
Cesa epidemia
Durante 1554, una peste invadió la Ciudad de México a tal velocidad, que en poco tiempo se registraron 12 mil decesos. Frente a tal situación, los habitantes caminaron en peregrinación desde Tlatelolco hasta el santuario para suplicar la ayuda de su patrona Guadalupe. A los pocos días la epidemia redujo su impacto hasta que finalmente, desapareció.
Cesó las calamidades
En el siglo XVIII una epidemia de fiebre tifoidea redujo un porcentaje de la población capitalina considerablemente. El mismo año—1737—hubo un temblor, lo que hizo a las personas entrar en pánico. Relacionaban la desgracia con el castigo divino, entonces salían a las calles, gritaban y pedían misericordia al cielo.
Para calmarlos, el arzobispo en turno convocó a una misa para la Virgen de Guadalupe, sin mayores resultados. Sin embargo, el día que fue jurada como patrona de la capital de la Nueva España, comenzó una lluvia que terminó con la peste.
Fue tal la alegría, que los fieles organizaron una fiesta para agradecerle. El historiador del siglo XVIII Francisco Javier Clavijero relata sobre ese día, que los joyeros cubrieron los balcones de su casa con plata maciza, en honor a ella.
Como ves, los exvotos han sido pieza fundamental en la historia de la Nueva España. Fortalecieron la fe y a la vez, arraigaron la religión de una forma que no se había visto ni en el Viejo Mundo.
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