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¿Médicos o curanderos?, ¿ciencia o ego?, ¿superstición, empirismo o tradición? La historia de la medicina está colmada de disertaciones, teorías falsas y conclusiones precipitadas. En parte, responde a la necesidad humana de explicarnos el mundo, por otro lado, estas confusiones son parte de las posibilidades de cada época, el conocimiento y certezas científicas.

Es por eso que, algunos relatos sobre diagnósticos y tratamientos que hoy nos parecen completos disparates, fueron grandes descubrimientos en el pasado. ¡Te invitamos a descubrirlos!

Antes de comenzar, consideremos que la evolución del conocimiento es histórica y en ese sentido, como ya lo comentamos, los descubrimientos han estado restringidos a las posibilidades de cada época.

Y aunque sea un poco difícil de creer cada relato, así como muchos otros, son parte germinal de lo que hoy conocemos como medicina.

Sobre los médicos y curanderos
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la profesión médica se hizo famosa por su falta de certeza y especulación con un alto grado de creencias basadas en la superstición.

Entre diagnósticos erróneos y tratamientos que empeoraban la condición del paciente, las sociedades terminaron por hacer de ellos una sátira social constante, bajo sonetos y apodos como "matasanos".

Esta superstición se convirtió en tradición. Uno de los pensadores que dieron a conocer el sentir sobre este rubro, fue Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, uno de los más grandes escritores españoles:

"¿Tú sabes qué es medicina?
Sangrar ayer, purgar hoy,
mañana ventosas secas
y esotro Kirieleyson.
Dar dineros al consejo,
presentes el que sanó
por milagro o por ventura,
barbar bien, comer mejor,
contradecir opiniones.

Culpar siempre al que murió
de que era desordenado
y ordenar su talegón
que con esto y buena mula,
matar cada año un lechón
y veinte amigos enfermos;
no hay Sócrates como yo."

Sangrías
Este tratamiento, uno de los más antiguos, por cierto, inició como como un recurso auxiliar para curar a cualquier persona. Su uso se remonta a tiempos tan antiguos como las civilizaciones prehistóricas, y consistía en hacer un corte subcutáneo para provocar la salida de sangre. Se creía que, al hacerlo, se extraía la enfermedad o cualquier mal que se padeciera; limpiaba y revitalizaba al cuerpo.

Hoy sabemos que esta creencia estaba muy lejos de la realidad. Al practicar una sangría, el corazón del paciente bombea más sangre, lo que debilita aún más al enfermo. Un testimonio del siglo XVII, da cuenta de que su práctica fue llevada a un extremo tal, que cayó en lo absurdo:

«me horadaron dos veces los tobillos; y estas dos puestas en el número de las antecedentes, hacen ciento y una sangrías que dejo declaradas. Pareciéroles corta la evacuación, y me coronaron de sanguijuelas la cabeza y me pusieron otras seis por arracadas en las orejas.»

Tarantismo
La primera mención sobre esta enfermedad apareció en el siglo XI donde se describe como un tipo de locura de verano causada por la picadura de una araña europea, conocida como araña lobo o tarántula. Sobre el nombre, la creencia popular nos lleva al sur de Italia, hogar de la Tarantela, danza popular, caracterizada por su ritmo y velocidad que invita a quien la baile, a hacerlo cada vez más rápido.

Todo esto se antoja divertido, pero ¿cuál es la relación entre la enfermedad y la Tarantela? En la Edad Media y hasta el siglo XVIII, se creía que bailar específicamente esta danza curaba los síntomas de la picadura. Se aseguraba que esto hacía que el sudor y la velocidad de los pasos expulsaran el veneno de la sangre. En realidad, era un tipo de histeria colectiva, ya que si alguien afirmaba tener una picadura o alguna marca en la piel, comenzaba a bailar con la ayuda de vecinos y demás invitados.

El oro, la medicina de la realeza
Considerado medicamento oficialmente dentro de la farmacopea más distinguida desde tiempos de Plinio (40 d. C), este metal precioso ya era utilizado como remedio mucho tiempo atrás.

En 1489 Ficino, humanista del Renacimiento, escribió que era el medio más suave entre todas las materias. Desde su brillo consagrado al Sol y su relación con el dios Júpiter, tenía el poder de templar el calor con la humedad y conservar los humores corporales.

De acuerdo con esto, las personas que podían masticaban láminas de oro. A su vez, era espolvoreado en las comidas, cual condimento, o ingerido en ayunas con vino blanco. La realidad es que no se ha comprobado que la ingesta de oro haya hecho bien o mal.

Sin embrago, sí sabemos que el oro no se mezcla fácilmente con otros elementos o compuestos por su baja reactividad química. Esto significa que el oro es muy estable y no reacciona fácilmente con otras sustancias, así, el ingerirlo no tiene reacción alguna, en otras palabras, si se ingiere, el cuerpo lo desecha.

Cada uno de estas prácticas, inventos y descubrimientos, la medicina ha podido salvar y mejorar la calidad de vida de las personas. Queda en nosotros contribuir en nuestro cuidado y prevención.

¿Qué te parecieron estas historias?

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Fuentes:

Revista digital: perspectivassociales.uanl.mx

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