Universo Socio – Calabazas y catrinas

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Calabazas y Catrinas

Entre Halloween y el Día de muertos

Desde el inicio de las civilizaciones, los entierros fueron un aspecto que arraigaba a las personas a su tierra. Así, las sociedades desarrollaron un culto por la vida y la muerte, a través de reflexiones para comprender qué sucede cuando dejamos el mundo terrenal.

Así, encontramos creencias que buscan honrar a la muerte como pieza fundamental del ciclo de la vida. El Día de muertos y Halloween son los ejemplos más representativos de occidente. Pero no es coincidencia que ambos se celebren por las mismas fechas, pues son el resultado de conmemorar, a su vez, los días del santoral católico: Todos los santos y Los fieles difuntos.

El Día de Muertos es uno de los diversos símbolos que distinguen a México. Es el resultado del encuentro de la cultura española y las prehispánicas. Su raíz la encontramos en las sociedades precolombinas, y sus prácticas representan a la muerte como continuidad de la vida. Su culto constituía más una celebración solemne y esperanzadora dedicada a aquellos difuntos que siguieron su camino.

Su máxima representación es el altar de muertos, cuyos escalones son cubiertos con manteles y papel picado. Se colocan veladoras para guiar a las almas en su regreso; frutas, alimentos y fotografías; sal para que su alma no se contamine y agua para la sed del difunto. Se cree que la flor de Cempasúchil y el copal atraen y guían a las almas.

Por su parte, Halloween encuentra su raíz en "All Hallows Eve” (víspera de Todos los santos), cuyo origen es el ritual "Samhain" practicado por los pueblos celtas de Irlanda, Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá. Se llevaba a cabo la noche del 31 de octubre, por el fin del verano e inicio del otoño. Los campos quedaban pelones y el día duraba menos; con la oscuridad se temía que los muertos salieran de la tierra, y que la puerta entre el mundo de los espíritus y el de los vivos se abriera para que los fantasmas vagaran. Los niños recorrían las casas para recolectar presentes y ofrecerlos a los dioses.

El Papa Gregorio IV incluyó la tradición en el calendario católico respetando la importancia a los difuntos. Así, el 1° de noviembre conmemoraría a Todos los santos, y el 2, a Los fieles difuntos. En 1866, para asustar a los espíritus malignos e iluminar el camino de las almas, las personas decidieron utilizar nabos rellenos de carbón al rojo vivo como faroles, (hoy se usa la calabaza), mientras usaban máscaras para ahuyentar al mal.

Las dos tradiciones se cruzan con la Conquista de América. Los españoles trajeron la versión cristiana de "All Hallows Eve", la cual, al encontrarse con las costumbres de las civilizaciones de Mesoamérica, se convirtió en el Día de Muertos y, hacia el norte del continente, por la colonización inglesa, en Halloween.

En Estados Unidos, la migración masiva de irlandeses entre 1845 y 1852 hizo que llegaran también sus tradiciones. De esta forma, surgió un fenómeno social y cultural donde destaca la presencia de la antigua celebración "All Hallows Eve”, una noche donde los niños, disfrazados de criaturas aterradoras, piden sus calaveritas.

La calabaza y la calavera son símbolos irremplazables de nuestros festejos, cada uno buscando el protagonismo de las festividades de muertos. La Catrina llegará pavoneándose con su sombrero de plumas para recibir a nuestros seres queridos, mientras que la calabaza iluminará el camino y espantará a aquellos que busquen asustarnos.

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